viernes, julio 13, 2007

cómo estar en la toma del rectorado

Por: Victoria

Siguiendo caminos distintos,
Por razones dispares,
Con sentimientos multiformes,
Con necesidades heterogéneas,
Con iras encontradas,
En diferentes momentos _
De nuestras vidas
Y de éste momento _
Sujetos inconformes,
Personas de interrogantes sobre las cabezas
Y de pasional sangre en las venas
Confluyeron en un singular aquí y ahora:
La toma del rectorado.
La infinitamente irreducible diversidad de esta asamblea
Se ha convertido en una sola voz
En un solo grito;
En un todo infranqueable que lucha,
Que no se mueve,
Que se adueña de lo que le es propio y le ha sido negado,
Un todo que en su complejidad late al unísono por lo mismo:
Justicia, libertad, democracia,
Educación en serio,
Una universidad en serio,
Una UADER hecha y derecha
Sobre las bases reformistas de 1918.

La pregunta reiterada desde afuera es siempre la misma,
Cada vez más insistente, y cada vez más fuertemente respuesta:
¿Cómo
de qué manera
bajo que normas o ideales
tras las filas de qué autoridad,
un grupo de imberbes adolescentes
jóvenes encendidos
irracionales
violentos,
conviven bajo el mismo techo
y enarbolan la misma bandera,
la misma lucha
con la misma fuerza, con poder?
¿Cómo sustentan la misma utopía?

No sabría decir si son limitadas las palabras
O si aún so se han acuñada aquellas
Capaces de englobar este sentimiento.
Mucho han intentado las ciencias que nos ocupan
Darle nombre a esto que vivimos.
Bibliotecas enteras podrán salir
De la pluma del sociólogo, del psicólogo, del poeta,
Creo que ninguna basta
Y agota la potencia de este eterno significante,
Infinitamente multiplicado ante nuestros ojos
Y en cada molécula de nuestros cuerpos,
En cada centímetro de aire frío que nos circunda,
Que nos acompaña y nos envuelve,
Aún si quisiéramos dejarlo.

Una vez ingresado al recinto
Una vez recibido el primer apretón de manos, y devuelto
El primer abrazo
El primer apelativo “compañero”
Una vez recibido en la mesa, compartido el pan
Alimento del cuerpo y del espíritu.
Una vez traspasadas las puestas abiertas de la toma
E intercambiados los primeros mates,
La lucha se hace carne
Y contamina la sangre
De manera que los cuerpos se desgarran al intentar salir
Separarse, alejarse de la toma.
Las mentes ya no descansan
Los cuerpos no se detienen
La fuerza se potencia
Se diversifica
Se vuelve suprahumana
Y grita, grita en la sangre
Llena las venas e inunda cada vértice del alma
Nos vivifica y nos renueva.

Esta lucha
Ya es parte de nosotros
Nos transforma.
Cada uno de nosotros ha dejado de ser el mismo que supo ser
Y no puede volver a serlo.
Aquí se comparte el pan, alimento de vida,
El abrigo, las miradas, el saber del mundo,
El descanso y la fuerza de la batalla.
Aquí somos todos y somos uno.
Cada quien, incluso el recién llegado,
Tiene voz, tiene derecho y obligación de apropiarse del micrófono,
De alzar la voz, de romper el silencio.
Aquí nada tiene dueño o límite
La solidaridad y el compartir se resignifican aquí,
De la misma manera que nada del mundo conocido
Tiene el mismo valor y sentido aquí.
Pareciera que vivimos un mundo aparte,
Pero no
Cada minúsculo movimiento en el mundo
Enciende este fuego,
Esta mezcla de ira y alegría que quema,
Que mueve, muta, transforma.
Significante y significado aquí se trastocan
Y asocian en una nueva lógica,
Única y simplemente singular,
Y una vez integrado en ella
No puede volverse atrás.

A nosotros también nos acosa la pregunta
Nos pincha el cómo y el por qué estamos acá,
Y es en la increíble diferencia de matices,
En la multiplicidad de subjetividades,
La respuesta ha sido la misma:
“no podemos irnos”.
Algo aquí nos ata
Y no puede dejar de teñir cada una de nuestras palabras.
Traspasar las puertas de salida
Es abrir un canal, un irrompible enlace;
Dejar aquí una mano, un oído
Y reproducir a voz cantante
Hacia fuera este grito.
Es sentir la imperiosa necesidad de volver,
De escuchar la voz del otro, igual y distinto,
Que te mira a los ojos,
Que comparte un saber, lo mismo que una ignorancia
Hermano en la incertidumbre y en la certeza,
Rostro de una sinceridad potenciada
De la confianza, del respeto, de la igualdad,
Ese otro de se sienta a la misma mesa y duerme sobre4 el mismo lecho.

A veces creo que estamos contaminados
Algo en este ambiente nos sujeta,
Esta alegría, esta ira productiva, esta lucha,
Es una droga que nos imposibilita abandonar esto.
La respuesta es a cada instante más clara:
No podemos irnos de aquí,
No podemos abandonar al que hoy nos sirve la comida
Y más tarde te pide una cobija;
No podemos abandonar al vecino que comparte la pobreza de su pan y la riqueza de su anhelo por una educación mejor.
No podemos ser el mismo discurso vacío del enemigo,
Nuestra fuerza es la unión, el aquí y el ahora,
La alegría y la pelea,
El compromiso por una educación de excelencia,
Es la igualdad ante la ley y ante los ojos del hermano,
Es la libertad de tomar la palabra y dar significado al mundo,
De construirlo, de reconstruirlo,
De hacerlo propio, de sentirlo nuestro
De ser actores y fuertes partícipes de nuestro futuro.

Un 28 de Junio de 2007 se inició una forma de lucha
Se concretizó en acciones la utópica idea de apropiarnos del espacio,
de transformar la institución en auténtica cotidianeidad,
donde cada milímetro es arena de luchas,
donde cada uno de nosotros pueda hacer valer sus ideales y pelear por ellos.
Creo fervientemente que desde ese día se abierto un lugar para nuestra imberbe juventud,
Donde seamos oídos y tenidos en cuenta,
Donde la “irracionalidad” de nuestro justo reclamo se concretice a cada instante,
En la mirada del compañero y el la voz del igual.
Hemos entendido al fin lo que es ser partícipe de nuestro futuro,
Constructores y luchadores.
La juventud del `18 ha renacido
Y somos responsables del nacimiento de una nueva era:
“Seamos realistas: pidamos utopías”.