En otros tiempos, un festival de música, de rock, representaba de alguna manera un espacio de liberación de expresiones jóvenes y rebeldes, que se hacía a pesar de las conservadoras y asustadizas opiniones de gran parte de la sociedad. No digo que nunca hubo negocio, pero ahora la publicidad es omnipresente y una marca que sólo ve posibles consumidores organiza un banquete para que los poseedores de billetes (pocos, muchos, qué más da) reafirmen sus elecciones a la hora del derroche: Quilmes congrega al rock nacional; Personal, Motorola, Siemens prefieren el pop y el electro-loquesea (y algún que otro género más).
La vedette del Personal Fest (ya no hay lugar para la poesía con estas denominaciones!) fue una tecnología, sin dudas; pero no la guitarra, el sampler o algún equipo ligado a la producción musical, sino El Celular. En mi cambiante campo de visión siempre hubo alguien/es hablando todo el tiempo, con sus musiquitas y luces, modulando pavadas o informes vitales (en el mejor de los casos) tipo “ya terminó”, “dale que empieza”, “nos vemos en tal lado”. El aparatito, además, pareció ser un paliativo para la soledad. Yo, alone el viernes y sin tamagochi telefónico, estaba re out (según Arce); pero a mí me gusta Que Out y no sólo disfruté la mayoría de las bandas que vi y los helados del vip sino que me hice grata compañía.
>>Vie:05:11<< Bristol fue el primer grupo que escuché. Feo, no me interesó su propuesta a pesar que la frontgirl hizo lo que pudo para ponerle onda (la maté pero huí diciendo “parece pretender ser Shirley Manson con la voz de Celeste Carballo”). Fui a ver Barbara Feldon, banda que no conocía y que me gustó mucho, un rock and pop con raros peinados viejos. Entonces el viento me llevó adonde estaba la Pequeña Orquesta Reincidentes y apenas escuché dos canciones que eran demasiado tranquis para ese memento, así que pegué media vuelta y me fui a ver los brillitos rojos de Miranda... y me sorprendieron! Tienen mucha fuerza en el escenario, encima sonaban increíbles. Muy divertidos, con ellos tocó/bailó Leo García. Luego llegué a ver algo del Gordolöco Trío, trompeta-bajo y bateroloco (que tenía hasta cacerolas, sartenes y asaderas locas). Bien los chicos (me gustó mucho esa trompeta), me hicieron acordar un poco a la onda de 2saxos2. Después no recuerdo por qué razón me perdí Electric Six, si fue por horarios atrasados o porque me colgué con Guillespi un rato, que no estaba anunciado pero hizo su show del que disfruté los primeros (hermosos) temas [recomendación aparte: su programa radial La noche inoxidable, al que está llevando invitados de lujo]. Corriendo casi volví al stage donde actuaría Mars Volta, justo cuando comenzaron los sonidos calmos previos al estallido adrenalínico musical. Sin embargo, fui desilusionándome de a poco... esperaba mucho más que un telón gigante con araña y John Frusciante en el último tema... no tuvieron buen sonido ¿¿quién se imagina escucharlos bajito??? Bixler y Rodríguez con sus estertores hiperquinéticos, tocaron media hora nomás, lapso durante el cual no faltaron los clásicos hits del álbum debut. Sin bis, se fueron. Aproveché pues para escuchar Hamacas al Río, curiosidad y deuda afectiva mediante; me gustó la canción con la que abrieron: ella tiene una voz muy dulce y la banda está buena. Mas la ansiedad que me carcomía me arrastró de una oreja hacia otro escenario... Quería ver a Polly Jean Harvey, y bien de cerca!! Me olvidé así de las dos pantallas que había a ambos lados del escenario tras el cual cada tanto pasaba un avión... demasiados objetos en movimiento... Tardó bastante en comenzar (en la espera descubrí a Hilda Lizarazu al lado mío, qué linda mujer); pero valió la pena, los apretujones, el pogo, y demás torturas. PJ tiene el encanto de las diosas mitológicas, hipnotiza, seduce, golpea. Poderosa. Años de rock encima. Hizo lo que quiso con su voz, con su banda (que cambiaba de formación según lo requiriera cada canción), con el escenario. Agresivamente fresca, lúcidamente oscura. Impecable. Después de tanta adrenalina, salí del trance a caminar un poco y llegué a la otra punta a ver Pet Shop Boys... de camino oí Se A Vida É, y recuerdo todavía NYC Boy pero no fueron muchos más los temas que escuché, viéndolos de re lejos y sin ayuda de las pantallas pues la súper escenografía de fluorescentes/neones verticales de colores cambiantes, producían sólo luces y sombras. Todo demasiado feliz así que salí corriendo a ver Primal Scream... que tocó más de una hora! Con 3 bises y todo! Igual me pareció algo desparejo... por momentos estaba muy compenetrada y por otros me aburría. Un repertorio raro, pero inolvidable, sin dudas. La noche siguió hasta altas horas. Sé que estuve danzando por ahí (Lula, ¿qué vimos?) con DJ D+D (algo violento), DJ Pareja y luego con The Union, junto a Elo´s friends Ana y Gaby. ¿O era Mantronik? Demasiado para el primer día, estaba agotadísima y no había llevado precisamente un cuerpo entrenado.
Dandy, maestro, curita... el genio de Morrisey.
>>Sáb:06:11<< El sábado temprano hubo doble cantidad de gente que el día anterior, lo que anunciaba el infierno que serían los traslados hacia distintos escenarios, las colas para todo (baños, bebidas, comidas) y ubicación: calculan que por día asistieron más de 20.000 personas. Arribé con prima Iara y amigo Pablo justo para Virus (lamenté mucho haberme perdido Fantasmagoria... Gori, I wanna see you!!). Creo que tocaron temas nuevos, y varios hits de esos clásicos. Festivos como siempre. Al término, alcancé a escuchar algo de Club Astrolabio y de pasada -y de lejos- vi que había un numeroso grupo de tambores, se llamaba Rataplán (¿?). No estuve muy lúcida y me perdí Kinky, que según comentarios estuvo bárbaro. Pero vi a Gustavo Cerati (por primera vez) y la verdad que me gustó. Sonó muy bien, debe ser un obsesivo de aquellos: minucioso, exacto, prolijo; hizo versiones distintas de sus canciones e incluyó Rombos (según dijo nunca la había hecho en vivo), y dos de Soda Stereo. Otro que la tiene clara en el escenario. Diciendo “Blondie está buenísimo”, se despidió. Después recuerdo a Soulwax, y otra vez una floja decisión: los dejé para ir a ver a Blondie, que tardó muchísimo en empezar y... estuvo bien, pero sólo tocó dos temas de los que más me gustan y los otros se repartieron entre el descubrimiento y la neutralidad (menos el hit María al que detesto): no hace mucho que me amigué con el pop de los 80. Podría haber ido más tarde tranquilamente, y no perderme la furia de Soulwax... o Death in Vegas!!! que también oí muy poquito y fue alucinante. Todos los que vieron ambas bandas la re flashearon. Sin embargo, tuve mi desquite (nunca más “personal”) con Mr. Morrisey... Verlo a dos metros, escucharlo, sentir los climas de sus creaciones y su carisma con aroma a sándalo... Impresionante. Puro sentimiento, pura conmoción. Canciones nuevas (de su placa Your are the quarry), canciones de The Smith, canciones de siempre... How soon is now?, los pelos de punta y lagrimeando entre el mosh. Vestido de traje negro y cuello blanco sacerdotal, el dandy estaba molesto por el mal retorno y pedía disculpas! ¡Pero por favor! Su voz, mágica vibración; sus músicos, buenísimos. Fue el show más emocionante (para mí), que terminó con There is a light that never goes out. Morrisey: chapeau!! Sin esperar ya nada pero nada más, caminé en éxtasis hasta que encontré a Goran Bregovic y allí quedé saltando rato largo, varias canciones difundidas por Underground y Gato negro gato blanco. Pegada la vuelta, de camino sentí una voz muy interesante, bastante jazzera a primera impresión. Si no me equivoco era Ácida, la banda de Alina Gandini y Tweety González. Pero quise estar a tiempo para Rinôçérôse... y vaya sorpresa!! Muy buena banda!! Seis músicos en escena (tres guitarras), y un showman ese Phillip Freu, buena onda: "me gusta Buenos Aires", decía en su español afrancesado a regañadientes. Pulsaron house, con bases sobre las que expresaron sus delirios pop-psicodélicos. Su arte no podría ser tal sin el complemento fundamental del “público” danzando, introduciéndose con cuerpo y mente en esos viajes astrales -cual trance-, ambientados con proyecciones. Toda una acción conjunta. En un tema, se sucedieron de fondo las tapas de los discos imprescindibles de la historia del (amplio) rock, como para que después no se diga que nadie avisó que esas joyitas musicales existen. Complicidad y homenaje. Un show excelente. Pero este escrito se ha extendido demasiado y todavía quedan presentaciones en el tintero. Para resumir, recuerdo (mo)ver dj Lalann; dj Luis Callegari; 2 many DJs (muy muy buenos, estaban todos a full), y Andy Smith (ex Portishead). Smith, un groso total, de esos que pueden convertir un momento preciso y ordinario en una dimensión trans-espacio-temporal con sensaciones nuevas a explorar. Just magic.
domingo, noviembre 14, 2004
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