Por: Flavio Gallay
Una revisión de su catálogo a través de diversos compilados, un nuevo single (Oma Hank) y el retorno a los escenarios luego de 11 años de ausencia.
Este 2.004 nos trae de vuelta a una de las bandas más interesantes e importantes para el devenir del rock en los últimos 20 años. Aquí un repaso breve pero intenso de su carrera:
El retro rock y sus caricaturas seriadas han establecido a algunas viejas bandas de culto en el terreno de lo considerado ‘cool’ o ‘in’. Ahora más jóvenes, por puro snobismo y a veces por real interés, son los que escuchan, investigan o citan a grupos de esa categoría, Joy Division, Gang Of Four, New York Dolls, Stooges, Fugazi, My Bloody Valentine…
A este grupo le queda la etiqueta de ‘grupo de culto’ (aunque este término posee casi la misma invalidez que ‘indie’ o ‘alternativo’). Son un grupo de culto de envergadura, sin entrar al mainstream pero con una devota legión de seguidores en Europa y en un remoto paraje como el que habitamos. Celebridades del ‘rock bussiness’…Bowie, Polly Harvey y Tom Yorke; Bob Mould, Bono y Damon Albarn; Cobain, Supergrass y Girls Against Boys son algunos de los que profesaron su admiración por los gnomos.
Entre sus fans, se pueden encontrar representantes de las más diversas tribus urbanas, darks, punks, slackers o esas bonitas chicas vestidas de feria.
Ahora que se produjo una sospechosa vuelta, 11 años después del desbande, es momento oportuno para revisar la historia de la perfecta combinación entre ruido y melodía…The Pixies.
Nacieron allá por la mitad de los ochenta, en Boston, una ciudad conservadora con escasa tradición roquera, lejos de esos bombarderos de arte e ideas de vanguardia como New York, L.A., Chicago o San Francisco. David Lovering, el baterista, es el único bostoniano originario. Charles Thompson (a.k.a. Black Francis) nació en Puerto Rico y es el cerebro (un poco quemado) del grupo, canta, toca la guitarra y compone, Kim Deal es originaria de Ohio, se encarga con maestría del bajo, canta algunas canciones y ha compuesto dos de ellas en el amplio repertorio de la banda. Por ultimo Joey Santiago, nacido en Manila, es la guitarra líder.
Debutaron con un E.P. brillante y sucio a la vez, en ‘Come on Pilgrim’ (87) los Pixies muestran las garras y atacan con fiereza y desprolijidad, con melodías filosas y ágiles, deudoras a monumentales antecesores; algo de Stooges, algo de Gun Club, algo de Violent Femmes, pero mucho de único, una marcada personalidad propia, consecuencia quizás, de la decisión irrevocable de evitar los clichés y de la frescura y la espontaneidad de la simpleza. De inmediato se convierten en favoritos de las radios universitarias, donde por aquel tiempo sonaban mucho otros tres hijos dilectos del rock indie americano, R.E.M., Husker Du y Sonic Youth.
Para su segundo disco, el demente de Steve Albini llegaría para solucionar deficits de producción del antecesor. Llega así ‘Surfer Rosa’ (88), un trabajo breve pero contundente. Nunca The Pixies había sonado ni sonaría tan crudo, bordeando los límites del noise. ‘Gigantic’ y ‘Where is my mind’ son espejismos de confusa calma en un vertiginoso remolino de guitarras saturadas, baterías machacantes, gritos primales y el bajo implacable de Deal que mantiene la cordura.
En su tercer disco ‘Doolittle’ (89), probablemente su obra mas lograda, alcanzan la cúspide en su escalada. Es aquí, donde, con canciones como ‘Debaser’, ‘Gouge away’, ‘Mr. Grieves’ o ‘Here comes your man’, por solo nombrar un puñado, logran definir el sonido Pixie, el ‘punk surrealista’. No son virtuosos, ni grandilocuentes, tampoco la banda mas original, son simples, enérgicos, tienen buen gusto y a veces sutiliza, los cuatro son parte de una química única… son casi perfectos.
‘Bossanova’ (90) fue el exacto sucesor, con joyas como ‘Dig for fire’, ‘All over the world’ e incursiones en el surf-punk como ‘Rock music’.
Para su quinto disco ‘Trompe Lemonde’ (91), editado, al igual que todo su material previo por el prestigioso sello inglés 4AD, incorporan teclados y arreglos mas complejos, cubren una canción de Jesús & Mary Chain y su sonido mas oscuro se acerca al de los escoceses o a The Fall. Ganan en complejidad y en instrumentación, pierden naturalidad y sorpresa pero no su esencia. Ahí siguen las obsesiones y la imaginería de ciencia ficción, ahí sigue la disonancia sonora, los coros preciosistas, la base maciza y las mil voces de Black Francis.
Enero de 1.993 y The Pixies para su motor, Black Francis muta en Frank Black y emprende su camino solo. Kim Deal con The Breeders y The Amps editará dignos trabajos, Joey fundará los efímeros The Martinis y David, como típico baterista colaborará aquí y allá sin mayor trascendencia.
Durante los años posteriores fueron la referencia ineludible para dos de las bandas más importantes del rock indie americano de los noventa, Nirvana y Pavement. Tuvieron su disco homenaje argentino y hoy en día resuenan ecos del sonido pixie en muchas de las mejores bandas jóvenes (Modest Mouse, Interpol, Butterglory, Ultrasound, Grandaddy).
Así su vuelta esta envuelta por cierto halo de oportunismo, juzgando por las ediciones de compilados de singles, de caras b, y de solo una canción nueva, además de unos tensos e imprecisos shows, los Pixies parecen movidos por puro mercantilismo.
De todas maneras, esperemos, por un nuevo disco y el retorno verdadero de una de las mejores bandas de rock de estos y otros tiempos.
jueves, septiembre 02, 2004
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